!Tengo que subir esa montaña¡
Ese era todo mi pensamiento, pero no sabía como hacerlo, ¿cómo subir esa montaña? No había hotel y aparentemente cerca de ese lugar no había nadie con vida.
No me quedaba más remedio que regresar a casa. Paso a paso me dirigí hacia mi automóvil.
Pero algo se agitaba en mi corazón, sentí que si me iba sin subir esa montaña no solo iba a dejar la montaña, sino algo más, algo sumamente importante… y no tenía ni idea exactamente qué.
Me quede parado como queriendo descifrar mi propio pensamiento, pero me había quedado en blanco sin ideas, solamente un sentimiento.
Algo se movió en la periferia de mi vista. Un hombre se acercaba.
-¿Vienes a subir El Desafío?- me pregunto el hombre sonriendo.
-Pues si esa es mi idea-dije mirando la montaña y luego al edificio del hotel -pero aparentemente vine un día tarde.
El hombre me pareció viejo. En realidad soy malo para calcular edades sin embargo este hombre tendría más de 60 años. Si, era un hombre viejo.
- Pues así es jovencito- me dijo el viejo- realmente vienes un día tarde porque el día de ayer fue la última vez que el hotel funcionó, de hecho el gerente del hotel salió hoy por la mañana directo a sus vacaciones.
-Esa es la historia de mi vida- dije con resignación.
-¿A qué te refieres? A llegar siempre tarde o a que los gerentes de los hoteles se vayan de vacaciones.
-Supongo que a llegar tarde- dije haciendo una mueca de resignación.
Volví mi mirada a la montaña. Luego mire al viejo.
-¿Y cómo puedo hacer para subir la montaña? !Tengo que subir esa montaña a como dé lugar¡
-Pues así como me lo dices es difícil; pues tener que hacer algo no significa que lo vayas a lograr.
Me quede viendo al viejo con cara de extrañado, al mismo tiempo que pensaba: ¿De qué estará hablando este viejo?
El viejo pareció darse cuenta de lo extrañado que yo estaba, entonces sonrió.
-No es lo mismo “tener” que hacer algo y “querer” hacer algo. Mientras “tu tengas” que subir la montaña tendrás muchas dificultades, en cambio cuando “tú quieras” subir la montaña probablemente las dificultades disminuirán.
-Lo que me quieres decir es: si en lugar de decir “tengo” que subir la montaña digo “quiero” subir la montaña las cosas cambiarán.
-!Exactamente¡ eres más inteligente de lo que pareces.
-Y tu eres más tonto de lo que pareces -dije enfadándome.
El viejo sonrió agradablemente y casi melodiosamente dijo:
-No es lo mismo “tener” que hacer algo, que “querer” hacer algo.
-Muy bien, muy bien –dije casi gritando -quiero subir la montaña, quiero subir la montaña-mire al viejo y le pregunté burlonamente- ya lo dije, quiero subir la montaña, ¿en qué ha cambiado, eso, la situación?
El viejo me miró fijamente-en algo habrá cambiado-dijo-pues antes no tenías un guía para subir la montaña pero ahora ya lo tienes. Yo seré tu guía.
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